
02 Dic ¿PERDONAR UNA INFIDELIDAD? 🤷🏻♀️
¿Perdonar una infidelidad? ¿Qué significa eso exactamente? ¿Cómo se hace?
Perdonar es lo contrario que buscar venganza. El proceso del perdón no es un proceso fácil. Al mismo tiempo, es el único proceso seguro que va a hacer que cures tu herida.
Cuando perdonas sanas. Cuando te vengas, cuando devuelves el golpe como mucho puedes obtener una gratificación, una satisfacción momentánea. Pero es pasajera. No cura la herida.
Desmond Tutu, Premio Nobel de la Paz y arzobispo anglicano, escribió un libro titulado, El camino del perdón. En él recoge su experiencia como director de la Comisión para la Verdad y la Reconciliación que impulsó Nelson Mandela cuando llegó al poder en Sudáfrica. En este libro, que es una joya, hay un par de frases que me impactaron especialmente y que quiero compartir contigo. Dicen así, “Mientras seas incapaz de perdonar, estarás atrapado en tu dolor sin posibilidad de libertad y de estar en paz”. Y ahora viene lo bueno, “Perdonas por ti mismo. El perdón es la mejor expresión del propio interés”. ¡Qué gran frase!, ¿no te parece?
¿Qué significa eso de que “el perdón es la mejor expresión del propio interés”?
Pues que el perdón, lo que te facilita. es liberarte de las cadenas que te mantienen atado psicológicamente, emocionalmente a tu verdugo. A esa persona que te ha herido, que te ha hecho daño. En el caso de la infidelidad, tu propia pareja. Cosa que no ocurre si te instalas en el resentimiento o en el odio.
Quiero compartir contigo una serie de claves, de distinciones y un ejercicio práctico que te va a permitir liberarte de las cadenas del resentimiento y del odio. Y que te va a animar a apostar por transitar por el camino del perdón
Mónica no pudo superar la infidelidad de Diego. No pudo reponerse, no pudo gestionar su malestar y acababa volcando todo ese malestar de manera agresiva en Diego. Se instaló, durante demasiado tiempo, en una mentalidad de víctima. Por más que Diego se hubiera arrepentido honestamente, estuviera ahí para ella y le demostrara que quería estar en la relación… Por más que fuera empático, paciente… Por más que validara el sufrimiento de Mónica, no era suficiente. Por más que él hubiera hecho el ejercicio de introspección para poder saber por qué se había dado permiso para responsabilizarse del daño hecho no era suficiente para Mónica. Tarde o temprano recibía la crítica de “Tú me has hecho así, tú eres el responsable de lo que me he convertido”. Pasado el tiempo, Diego perdió la esperanza. Asumió la pérdida y tomó la decisión de acabar con la relación para beneficio de ambos. Mónica lo acabó lamentando.
¿Cuál es la moraleja de esta historia?
- Te conviene no tomar decisiones arrastrada por tu estado de ánimo de malestar emocional intenso. Tanto la rabia, la tristeza, el miedo son malos consejeros para tomar decisiones. Es muy probable que confundas tu opinión acerca de ese acto de infidelidad con la valoración global sobre tu relación. Incluso respecto de la persona de tu compañero o compañera. Decidas lo que decidas, tanto si decides dar una oportunidad a su relación como si decides abandonarla, te conviene que sea fruto de una decisión meditada, consciente y responsable. Este tipo de decisiones están impregnadas de libertad. Se fundamentan en tu libertad personal. En cambio, las que son tomadas desde un estado emocional de alta intensidad de malestar, están tomadas desde un secuestro emocional. No eres libre de tomar esas decisiones.
- Decidas lo que decidas, te conviene perdonar. Si no, te instalas en el resentimiento, en la tristeza y el odio. Y eso, te quita gozo de vivir. Quita capacidad de alegría vital. Con lo que te conviertes en una versión más pobre de ti misma. Tu capacidad de explorar, de relacionarte, tu capacidad creativa se ve mermada. Casi seguro que en alguna ocasión has escuchado de alguna persona que ha sufrido una gran pérdida, ya sea porque se ha muerto la pareja, ha roto con ésta o ha pasado por una infidelidad, decir, “No levanto cabeza”. Es una persona que no ha remontado, que no ha sido la misma desde que le ocurrió. Porque no supo, no pudo gestionar ese malestar. Ni reflexionar sobre ello y obtener una enseñanza y seguir hacia delante.
Perdonar evidentemente no es un proceso fácil. No es fácil, entre otras cosas, porque vas en contra de tu propia naturaleza. De tu propio instinto. El instinto te impulsa a que cuando recibes una agresión, un daño de alguien a contraatacar o huir. Eso es lo que te pido el cuerpo. Por eso requiere de esfuerzo respirar tras recibir el impacto. Pensar en las consecuencias de tus decisiones. Poner en funcionamiento tu cerebro racional, implica un esfuerzo. Retomar el equilibrio, implica un esfuerzo. Sí, no es fácil. También es el único camino que te queda si quieres sanar la herida.
¿Te has preguntado en qué se fundamenta tu capacidad de perdonar? En tu actitud compasiva. Concretamente en el hecho de que reconozcas y aceptes la humanidad que compartes con la persona que te ha hecho daño. En este caso tu pareja. Que reconozcas y aceptes que tanto tú como tu pareja sois seres humanos susceptibles de cometer errores y dañar aquellas personas que queréis y que os aman.
Cuando adoptas esta mentalidad compasiva te sitúas en un marco mental en el que ya no tienes tendencia a etiquetar a tu pareja como un ser que es egoísta, irresponsable o mala persona. No pones una etiqueta que significa un juicio moral al ser de la persona, a su esencia, su personalidad. Te sitúas, en cambio, en otro marco mental que se fija en el comportamiento en la conducta. Fundamentado en pensamientos del tipo te has comportado de manera irresponsable te has comportado de manera egoísta. No has podido, no has sabido, no has querido poner freno a tu pasión y pensar en lo que podía suceder.
¿Qué beneficios te da esto? Muchos. Entre ellos, te facilitas sentir esperanza. No es lo mismo pensar que tu pareja se ha equivocado en su comportamiento. Porque el comportamiento, si se lo propone, si está dispuesta, lo puede cambiar. Esa conducta se puede modificar. Cosa que no pasa si se trata de la “esencia” de su persona. También facilitas una interacción más constructiva entre vosotros dos. Al no existir esa crítica, esa enmienda a la totalidad de la persona, no existe en culpabilizar, humillar… Y, por lo tanto, no se pondrá a la defensiva. No adoptará una actitud evasiva. Que es de lo peor que puede pasar en momentos así. Y facilitará la reconciliación, procesar el dolor y recuperar la pareja.
Por último, también está el hecho de que cuando haces una enmienda a la totalidad de la persona de tu pareja, en el fondo tiras piedras sobre tu propio tejado. Porque si has convivido durante años con esa persona y piensas que es mala persona, que es irresponsable, que es…, también inconscientemente estás pensando, ¿Entonces yo?, ¿mi capacidad de escoger, mi capacidad de percibir está dañada? Te percibes, en el fondo, como una persona defectuosa.
Así que todos estos son los beneficios que tiene adoptar un marco mental amable y compasivo.
¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que perdones? El que necesites. Si tú estás comprometido en una mentalidad de sanación, lo que necesites. Nadie tiene derecho a decirte que pases página. Este es uno de los grandes fallos que comete la parte infiel. Es una muestra de falta de empatía y de respeto. Tú estás transitando, además, por un duelo que tiene sus etapas. La última de las cuales es la aceptación. En la que se inscribe el perdón. Por lo tanto, tú tienes que hacer tu proceso. Y ese proceso dependerá de tu temperamento, de la historia de vuestra relación, del apego que hayas establecido en tu relación de pareja, de las circunstancias de la infidelidad, de la persona de la infidelidad, etc. Nadie te tiene que decir nada al respecto.
Ejercicio práctico
Quiero proponerte un ejercicio que facilite tu proceso de perdón. Es un ejercicio de escritura.
Escoge un momento, un lugar donde te sientas relajado. Incluso puedes hacer un ejercicio de relajación antes. Conecta con tu estado interno, tus emociones y sentimientos, con tus pensamientos, y escribe. Sin juzgar, sin emitir juicios acerca de tu pareja. Simplemente refleja tu vivencia. Es importante que te preguntes que hay debajo de esos sentimientos que sientes. Quizá bajo el enfado existe tristeza o quizás existe miedo al abandono. Qué necesidad hay que no está cubierta en estos momentos.
Puede que haya una voz castigadora que te está diciendo… ¿Qué necesidad tiene esa voz castigadora? ¿Cómo podría decírtelo de otra manera más amable para que tú pudieras aprender o sacar una cosa constructiva para seguir a delante?
Pregúntate, ¿qué podrías hacer para mejorar ese estado de cosas?, ¿tu estado anímico? ¿Qué pequeñas cosas puedes hacer para seguir adelante? Te propongo que lo hagas, en este momento, sobre tu estado de ánimo. Pero también puedes visitar escenas pasadas. Situaciones vividas y que te han herido. Descríbelas sin juzgar a la pareja sino centrándote en tu vivencia.
Este ejercicio, básicamente, sirbe para ordenar tus recuerdos, reordenar tus sentimientos. Para que te puedas distanciar de ellos. Poco a poco irás encontrando un relato que tenga sentido. Y te de información para que puedas reflexionar, sacar una un aprendizaje y seguir hacia delante. Es importante, por ejemplo, que hagas repetidamente este ejercicio sobre una misma escena. Para que así puedas ver la progresión en el relato y tu estado de ánimo. Cuando ordenas y te distancias, te calmas. Obtienes claridad mental y serenidad emocional.
Con el relato que obtienes puedes hacer varias cosas. Lo puedes ir leyendo y releyendo o contar a una persona que sea de tu tu confianza. Lo ideal sería que se lo pudieras explicar a tu pareja pero si no te ves con fuerzas o crees que tu pareja no está disponible, no va a tener la actitud empática y validadora, lo puedes hacer con una fotografía suya.
Es importante que tengas claras las siguientes distinciones, perdonar no es hacer ver que lo que ha sucedido no ha sucedido. Eso es negar la realidad, la evidencia. Perdonar tampoco es hacer ver que lo que pasó no fue para tanto. Eso es minimizar tu experiencia de lo vivido. Y por lo tanto te estás criticando a a ti mismo. Como que no tienes derecho a sentir lo que sientes. O que tu manera de percibir o de sentir es defectuosa. Perdonar tampoco es olvidar. No puedes olvidar. No te conviene olvidar. Necesitas reflexionar sobre lo vivido para sacar una experiencia y poder evitar situaciones parecidas en el futuro. Si intentas olvidar, tarde o temprano te van a asaltar temores que están ahí.
Uno puede perdonar y puede darse el permiso de volver a confiar. Esa confianza no va a ser una confianza ciega como podía haber antes. Será una confianza prudente en base al comportamiento, a la conducta de la pareja. También es cierto que la confianza no deja de ser o tener un componente de “acto de fe”. Hay que darse el permiso para confiar. Y hacerlo de manera prudente.
Perdonar significa, siguiendo a Desmond Tutu, que has restaurado tu dignidad y puedes seguir hacia delante. Es decir, te das el permiso para estar en contacto con esa experiencia dolorosa. Has hecho un proceso emocional, una reflexión racional, obtenido un aprendizaje y has conseguido un relato que con sentido que te da la fuerza para seguir adelante porque lo encajas dentro de tu historia personal.
Escojas lo que escojas te conviene predisponerte a perdonar. Es evidente que será mucho más fácil tu proceso de perdón si tu pareja está predispuesta, está disponible para facilitarte ese perdón con su actitud. Responsabilizándose, empatizando, validando. Eso no quita para que tengas muy presente que perdonas por ti misma para ti misma por ti mismo para ti mismo. Que la responsabilidad última de perdonar está en ti. Y que está en tus manos abandonar una mentalidad de víctima para colocarte en una mentalidad de sanación. Y apostar por continuar siendo la mejor versión de ti. Que es lo que realmente mereces.
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