
23 Jun DISCUSIONES EN BUCLE TRAS LA INFIDELIDAD
Suele ocurrir que las parejas, después del reconocimiento de la infidelidad, afronten conversaciones acerca de lo ocurrido, que suelen acabar en callejones sin salida. Conversaciones en bucle que escalan la negatividad de las que se sale peor de lo que se ha entrado.
¿Qué es lo que está juego en es en esas conversaciones? ¿Qué patrón relacional suele acabar produciéndose en el peor de los casos? ¿Cómo puedes minimizar ese tipo de interacción o la negatividad que se produce?
En mi sesiones de acompañamiento escucho por un lado de la parte infiel, “No sé qué más decirle. Respondo y entonces sale con una batería de preguntas más. Me pregunta siempre sobre lo mismo”. Por otro lado escucho a la parte herida, “Sus respuestas no me calman. Un día me dice una cosa otro día me dice otra. Siento que se me quiera sacar de encima. Me dice absolutamente lo mismo una y otra vez incluso con el mismo tono. Es como si tuviera las respuestas aprendidas de memoria y eso lo considero una falta de respeto”.
¿Qué está pasando aquí? Considero importante tener en cuenta varios aspectos.
Lo primero de todo es que, evidentemente, este tipo de conversaciones se producen en un momento en el que el sistema nervioso de ambos miembros de la pareja, en especial la parte herida, está bañada en cortisol; la hormona del estrés. Esto facilita la respuesta instintiva lucha-huida-paralización, que dificulta empatizar con el otro. Estar disponible emocionalmente para el otro, escuchar, dialogar, llegar a acuerdos y soluciones. En cambio, los miembros de la pareja se perciben el uno al otro como adversarios. Digamos que su cerebro está focalizado en cómo sobrevivir. En especial la parte infiel. Ésta se puede sentir agredida por qué es fácil que la parte herida se muestre agresiva movida por su malestar emocional. Y, entonces, se ponga a la defensiva. El cerebro entra en modo autopreservación.
La parte herida interpreta como adversario a la parte infiel puesto que considera que ha roto el pacto de exclusividad sexual o íntima que se suponía tenía la pareja. Y también porque ha roto una promesa implícita o explícita de que no solamente velaría por su propio interés, sino por el interés y el bienestar del compañero. Que no la dañaría de una manera consciente, incluso premeditada. Todo ello facilita una interacción agresiva. En estos momentos es necesario respirar y calmarse.
Otro aspecto que considero que hay que tener en cuenta, sobre todo la parte infiel, es que a la parte herida está intentando recomponer el relato de su vida, de su relación de pareja, de ella misma. Somos seres lingüísticos. Utilizamos un lenguaje articulado que tiene sentido para comunicarnos con los demás y con nosotros mismos. Mediante el lenguaje nos contamos a nosotros mismos quiénes somos y qué lugar ocupamos en el mundo. Mediante el lenguaje construimos nuestra identidad. Los relatos son fundamentales en nuestra vida es lo que nos da sentido. Es lo que da continuidad a nuestra historia personal. La infidelidad rompe el relato que la parte herida tenía acerca del compañero, la relación, uno mismo, la vida… Y lo que está intentando hacer con tanta pregunta es intentar restablecer el sentido de ese relato. Reelaborar el relato a partir de la nueva situación. Por tanto, no es de extrañar que pregunte sobre el mismo tema, sobre distintos detalles del mismo tema, por los distintos matices de los distintos detalles del mismo tema… Es normal.
A la parte infiel lo que te corresponde es saber esto, respirar, tener paciencia, empatía y compasión si lo que quiere es recomponer su relación. Porque es fácil que se sienta atacada y aparezca el enfado como una reacción de supervivencia. Sobre todo por parte de los hombres. Una emoción, sea dicho de paso que impide sentir culpa o vergüenza. Y facilita instalarse en un marco mental de indignación justificada que facilita una actitud defensiva o evasiva. Ambas poco útiles puesto que es como intentar apagar un fuego con gasolina. La actitud defensiva lo que transmite es que lo que está sintiendo el otro no tiene razón de ser. Y la actitud evasiva el mensaje que transmite es que te importa poco el otro.
Hay que añadirle a todo esto la capacidad que uno tenga para elaborar un discurso. Porque la parte infiel necesita aportar un relato acerca de qué ha hecho que se diera permiso para para hacer lo que ha hecho. Y suele no resultar fácil. Y esa dificultad facilita que surja la ira. Porque cuando uno no sabe cómo expresarse y se siente atacado, se siente sobrepasado y es fácil que salga la ira. Con lo que se entra en un ciclo de enfado.
No es fácil lidiar con el dolor que has causado. Recuerdo las declaraciones que hizo Jay Z respecto a la infidelidad a su mujer, Beyoncé, que dijo que “Lo más duro de todo es ver el dolor en el rostro de tu esposa sabiendo que has sido tú quién ha causado ese dolor. Y tener que lidiar con eso”. Pero no queda otra que responsabilizarse de lo hecho. Es el paso fundamental. Aceptar que eso es así.
Puede ocurrir, y considero que es uno de los peores patrones relacionales a los que puede desembocar este tipo de conversaciones, que después de tanta negatividad, después de tanta frustración por no obtener y ofrecer lo que se necesita, se llegue a una situación de estancamiento. Que la pareja se instale en un silencio resentido en el que cada uno en el fondo se ha desvinculado emocionalmente del otro. Considero que no hablar más del tema porque sabemos que nos vamos a frustrar porque no hay la capacidad como para sacar algo positivo de ello, pues hace que el problema siga estando ahí. Que la relación no fluya y se enquiste el resentimiento. Y se produzca una ruptura de la relación.
Acompañando parejas soy muy consciente que tan importante es el reconocimiento de la infidelidad como lo que ocurre después. De cómo se gestiona este reconocimiento.
Para que la herida pueda curar su herida, para que se pueda restablecer la confianza y seguir la relación adelante es muy importante una actitud empática y compasiva. Es clave por parte de la parte infiel tener paciencia y estar disponible emocionalmente para la parte herida. Cuando se opta por negar, minimizar, ponerse a la defensiva, etc., es muy contraproducente.
Considero importante que las parejas tengan claro que lo que les está ocurriendo, en parte, es que sienten miedo ante la posibilidad que se rompa la relación. Y ese miedo se manifiesta muchas veces a través de la rabia.
También hay que tener en cuenta que la parte herida está atravesando por un duelo por la pérdida de la relación que pensabas que tenías. Y del compañero que pensabas que tenías a tu lado. Y todo duelo tiene sus fases. Es importante ser conscientes que se trata de un proceso.
Considero muy conveniente ser capaz de ponerse en el lugar del otro. Y esto es especialmente importante para la parte infiel hacia la parte herida. Hacer esto lo puede facilitar la regulación emocional y el hacerse la siguiente pregunta: “¿Cómo necesitaría, si yo estuviera en la situación en la que está mi compañero, que se comportara conmigo?” Pregúntate qué necesitarías que hiciera por ti. ¿Qué necesitarías que te dijera? ¿Con qué tono? ¿Con qué expresión facial? ¿Con qué gestualidad?
Considero que conviene hacer este ejercicio cuando uno está en un entorno seguro para que pueda responder adecuadamente cuando se encuentre en situación. Ser capaz de hacer esto facilita el conectar contigo mismo. Conectar con tu parte amorosa. Y te dignifica. Facilita que seas proactivo y resolutivo. Que es lo que se necesita ahora. Que estés disponible emocionalmente.
Esa pregunta creo que es clave. Ensaya en tu mente las probables conversaciones que puedas tener con tu pareja. Haz todo lo posible para encontrar ese relato honesto y valiente de qué ha hecho que te dieras permiso. Eso es lo que sacia la necesidad de sentido de tu pareja. Es tu responsabilidad.
Sea como sea alguien tiene que parar la escalada de negatividad en ese tipo de conversaciones. Si ves que te sobrepasas y eres la parte infiel, díselo a tu compañero. Dile, “En estos momentos quiero estar a tu lado quiero estar ahí para y me encuentro sobrepasado emocionalmente. Necesito un respiro necesito calmarme por favor.” Para la situación. No para evadirte o huir, sino para retomarlo con más fuerzas luego.
Esto es mucho mejor que el ir acumulando negatividad y escalando tu malestar y acabar expresando sin filtro tu malestar. Al fin y al cabo lo que estarás haciendo es cuidar a tu pareja. Estás demostrando una voluntad de cuidado y eso es una muestra de amor.
Si eres la parte herida, llega un punto en que tú también tienes que responsabilizarte de tu propio cuidado. Y procurar que la situación no vaya a peor. Tienes todo el derecho a sentir lo que sientes. Y también eres responsable de no causar daños que puedes evitar. De lo que se trata en definitiva es de poder crear un clima emocional seguro en el que poder afrontar este tipo de conversaciones de manera profunda y que os permita obtener un relato acerca de lo sucedido que tenga sentido. Y os permita seguir adelante o, al menos, os permita tomar una decisión consciente y responsable de si continuar con la relación o no.
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